Por Damián Razzini / Lic. en Kinesiología y Fisioterapia
¿Qué es?
Es el conjunto de signos y síntomas que surgen como
respuesta a las inmovilizaciones, sean estas por la vida sedentaria, el reposo
prolongado en cama, la permanencia en una posición determinada, una parálisis,
etc…
Implica un desequilibrio de la relación normal entre el
reposo y la actividad física, dos procesos esenciales para preservar el estado
físico óptimo.
Signos y síntomas
Estudios demuestran que después de una semana de reposo en
cama se produce una pérdida de hasta el 20 % del poder inicial de fuerza y otra
declinación de un 20 % de la fuerza residual por cada semana de reposo. Esto
tiene gran implicancia, ya que la velocidad de recuperación es mucho más lenta:
se produce un aumento del 10 % por semana si el individuo participa de un
programa de ejercicios diarios con una fuerza muscular máxima.
Manifestaciones
clínicas
La inmovilización se asocia con ausencia de fuerza mecánica,
único estimulo para el correcto funcionamiento corporal. Y ningún órgano escapa a ello.
Sistema nervioso central: se manifiesta como alteración de
la sensibilidad, la reducción de la actividad motora llevará a atrofia de las
masas musculares, trastornos emocionales como depresión y ansiedad, déficit
intelectual, etc.
Articulaciones: lleva a fibrosis, anquilosis y
calcificaciones de las partes blandas.
Aparato digestivo: produce una preponderancia adrenérgica,
causando constipaciones; es destacable la contribución que a este trastorno
hace la disminución de las funciones secretorias de las glándulas, incluyendo las
salivales.
Aparato cardiovascular: produce aumento en la frecuencia
cardíaca, lo cual incapacita al paciente a realiza esfuerzos físicos,
predispone el reposo a flebotrombosis, esto puede estar potenciado por
trastornos de coagulación o infecciones.
También se dan manifestaciones endócrinas y metabólicas (litiasis
renal e hipercalciuria por la inactividad sobre el tejido óseo).
Los cambios en el volumen de fluido extracelular y la
disminución de la grasa subcutánea altera la turgencia epidérmica provocando úlceras
de decúbitos por hipoxia tisular que coloca al paciente en riesgo de
infecciones.
Aparato respiratorio: reducción de la capacidad vital por
compromiso de la fuerza muscular como se describió antes.
Área kinésica
Para prevenir y tratar este tipo de síndrome, los
kinesiólogos somos los encargados de intervenir lo antes posible, desde el
primer día de internación hasta el alta médica, con cuidados de posiciones
adecuadas para evitar posturas antálgicas, cambios de decúbitos para prevenir
ulceraciones, movilizaciones pasivas para mantener los rangos de amplitud
articular. Si la patología lo permite comenzar con movilizaciones activas
asistidas (con algún tipo de ayuda), movilizaciones activas resistidas (pesas,
bandas elásticas o en forma manual) reacondicionamiento carviovascular colocando
vendas antes de sentar y parar al paciente, ejercicios respiratorios para
evitar complicaciones. Otra tarea importante es educar al familiar para que ayude
durante el día a realizar las tareas que el fisioterapeuta aplica en su sesión.
Sin esta intervención en conjunto con el grupo interdisciplinario
(médicos, enfermeras, psicólogas, terapistas, etc.) una patología sencilla puede
transformarse en una de mayor gravedad.
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