Los chicos comenzaron hace un tiempito con sus actividades escolares. Es en esta etapa del año en donde emerge en los mayores una gran preocupación por los desencuentros que tienen con sus hijos en el momento de sentarse a hacer las tareas.
Por Mayra Tassello / Psicóloga
“Cuando
llega la hora de hacer las tareas empezamos a pelear de tal manera que prefiero
que vaya a la escuela sin hacerlas”, mamá de Lucas de 7 años.
“Yo
no reniego más, la mando a una maestra particular y se terminó el problema”, mamá de Juana
de 6 años.
“Le
lleva tanto tiempo y le cuesta tanto que siempre se las termino haciendo yo”, mamá de
Pedro de 8 años.
En la historia de la educación la
función de “la tarea escolar” o “los deberes”, es que los niños en sus hogares
puedan hacer un repaso de lo aprendido en el aula, posibilitando el
acercamiento de la familia al aprendizaje de sus niños. Tiene por objetivo desarrollar la creatividad del alumno, su capacidad
crítica, para que a largo plazo mejore su
rendimiento escolar, aprenda a aprender, forme hábitos de estudio y de trabajo
personal y colectivo, supere sus problemas de aprendizaje y sea más responsable
en su vida adulta.
Es una problemática que convoca a
todos los actores del sistema educativo: niños, padres y docentes.
Los niños sienten que realizar las
tareas les quita tiempo para jugar, para hacer cosas que realmente les gusta.
En cuanto más lo perciben como una imposición por parte de los adultos, más
resistencia y conductas oposicionistas aparecen.
Los papás toman de las más variadas
actitudes, desde creer que es una cuestión del niño y del docente, mandarlos a
una maestra particular para no pelear, o hacerlas por ellos.
Los docentes también ubican a “la
tarea escolar” como una situación dilemática por la que más de una vez se han
enfrentado con padres, teniendo que replantearse distintas estrategias para
hacerle frente a la situación.
La inmediatez, el llame ya, tiñen las
nuevas modalidades vinculares, convirtiéndose en un elemento que debe estar
presente a la hora de analizar las imposibilidades de encuentro con el
aprendizaje. Los niños de las nuevas generaciones están hiper estimulados;
sentarse, quedarse quieto, escuchar, atender, parece imposible.
Aprender implica desestructurarse,
dejar atrás algo de lo viejo para incorporar lo nuevo, por eso es tan
importante que haya otro que acompañe en este pasaje.
Pero acompañar a un niño a hacer las
tareas no implica hacerlas por ellos, sino generar un espacio en donde
sostenerlos, es ayudarlos a incorporar un hábito, es poder crear un momento cálido,
gratificante, que lo habilite al aprendizaje.
Nunca es tarde para que algo de la
creatividad emerja, y nos permita transformar aquel momento de discusión, de
tensión entre niños y padres, en un espacio de encuentro, recorrido por muchas
diferencias, pero encuentro al fin.
Puntos a tener en cuenta:
*Lugar: es importante
que el lugar en donde se realizan las tareas esté alejado de conversaciones,
radio, música, televisor.
*Organización: ayudar
a organizar el tiempo. Fijar un límite de tiempo máximo para hacer las tareas,
ayuda al niño a no dispersarse.
*Horario: es
importante que el horario esté acordado por toda la familia. Se recomienda no
hacerlas apenas el chico vuelve de la escuela; que haya un corte, que ponga la
atención en otro lado y luego retome es importante.
*Ambiente: es
importante que haya luz. Procurar que el chico no estudie en la cama.
*No hacer nunca las
tareas por ellos.
*Brindar herramientas
para que puedan resolver ellos.
*Dialogar con los
docentes.
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