BRASIL
Por Mariano Fernández
marianoobservador@gmail.com
Según
los economistas famosos del mundo, como por ej. Goldman Sachs, los países a los
que deberíamos mirar se reducen a una sigla: BRICS, esto es, Brasil, Rusia,
India, China y Sudáfrica. Son los países milagro. Olvídese de Alemania,
Islandia, Finlandia, o Dinamarca, en los cuales los sistemas educativos y
sanitarios y de seguridad social funcionan a la perfección. Los cimientos sobre
los que se asientan los países elegidos por los economistas, son dos: por un
lado grandes extensiones territoriales, y por otro, poblaciones enormes.
Sintetizando, materias primas y mano de obra.
Brasil,
el gigante del Mercosur, era últimamente utilizado como “el ejemplo”. Algo así
como lo que nosotros podríamos ser y no somos. La concreción de todos nuestros
sueños de país. Si hacemos memoria, no es la primera vez que nos dicen como qué
país hay que ser. Recuerden “el milagro chileno”, o el mismísimo “milagro
argentino”, cuando en los 90 se les decía a los países del tercer mundo que
había que aplicar las mismas recetas que usaba nuestro gobierno. O España, esa
España de la estabilidad a largo plazo, en la que se podía proyectar a 25 años.
Pero continuemos con Brasil. La irrupción en el escenario mundial de este país
como un gigante económico, con enormes volúmenes de exportaciones, con un
proceso de industrialización profundo y buscando sacar chapa de potencia
militar en desarrollo, tuvo un costo. Si bien los índices de producto bruto,
podrían mostrar una cosa, la distribución de los mismos es otra bien distinta.
En San Pablo, 1 de cada 10 habitantes vive en favelas. En Río, 1 de cada 4. La
(favela) Rosinha solamente, tiene 250.000 habitantes. De Río a Brasilia,
prácticamente no existe más selva; hoy son todos sembrados de soja con riego
artificial. La selva amazónica retrocede miles de hectáreas cada día en pos de
tierras de cultivo, explotaciones forestales y mineras. La flexibilización
laboral se dio allí unos años antes que en Argentina. Eso significó que en los
90 y la década siguiente, las fábricas se instalaran con preferencia en tierra
verdeamarela. Sueldos más bajos, dicho en criollo. El sistema de transporte de
las grandes ciudades, está colapsado, es antiguo y carece de mantenimiento.
Tomar un colectivo en Río, es una experiencia extrema. En San Pablo, ciudad de
20 millones de habitantes, hay sólo 4 líneas de subte; y es la ciudad con más
helicópteros del mundo, debido a que el tiempo de los ejecutivos que viven en
la periferia, vale muchísimo. Las desigualdades en el acceso a la salud y a la
educación, se acentuaron en la última década, de la mano de la brecha entre una
gran mayoría que quedó afuera del modelo y los que lo aprovecharon. El aumento del
20 % en la tarifa del transporte urbano fue lo que desató la ola de protestas
populares de estos días, que por su masividad y amplitud, son las mayores de su
historia. La gente se movilizó en unas 100 ciudades importantes. Hubo tres
muertos. La presidente Rousseff suspendió una gira y rápidamente se dio marcha
atrás con la medida. Pero los reclamos van más allá de ese aumento. Las
organizaciones que impulsan las marchas, sostienen que reclaman por más
educación y salud pública, en rechazo de la corrupción de sus gobernantes y del
despilfarro detrás del mundial del 2014. No era un cuento de hadas después de
todo. En cada guiso, alguien paga los fideos. Dilma salió a hacer declaraciones
conciliatorias, mesuradas; entre ellas reconoció “haber escuchado el reclamo
por un cambio de rumbo”. Pero más allá de las declaraciones de la primera
mandataria, los sucesos en las calles brasileras ponen nerviosos a muchos, y a
otros les muestra un posible camino.
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