En cada guiso alguien paga los fideos - Julio 1º


BRASIL

Por Mariano Fernández
marianoobservador@gmail.com

Según los economistas famosos del mundo, como por ej. Goldman Sachs, los países a los que deberíamos mirar se reducen a una sigla: BRICS, esto es, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Son los países milagro. Olvídese de Alemania, Islandia, Finlandia, o Dinamarca, en los cuales los sistemas educativos y sanitarios y de seguridad social funcionan a la perfección. Los cimientos sobre los que se asientan los países elegidos por los economistas, son dos: por un lado grandes extensiones territoriales, y por otro, poblaciones enormes. Sintetizando, materias primas y mano de obra.
Brasil, el gigante del Mercosur, era últimamente utilizado como “el ejemplo”. Algo así como lo que nosotros podríamos ser y no somos. La concreción de todos nuestros sueños de país. Si hacemos memoria, no es la primera vez que nos dicen como qué país hay que ser. Recuerden “el milagro chileno”, o el mismísimo “milagro argentino”, cuando en los 90 se les decía a los países del tercer mundo que había que aplicar las mismas recetas que usaba nuestro gobierno. O España, esa España de la estabilidad a largo plazo, en la que se podía proyectar a 25 años. Pero continuemos con Brasil. La irrupción en el escenario mundial de este país como un gigante económico, con enormes volúmenes de exportaciones, con un proceso de industrialización profundo y buscando sacar chapa de potencia militar en desarrollo, tuvo un costo. Si bien los índices de producto bruto, podrían mostrar una cosa, la distribución de los mismos es otra bien distinta. En San Pablo, 1 de cada 10 habitantes vive en favelas. En Río, 1 de cada 4. La (favela) Rosinha solamente, tiene 250.000 habitantes. De Río a Brasilia, prácticamente no existe más selva; hoy son todos sembrados de soja con riego artificial. La selva amazónica retrocede miles de hectáreas cada día en pos de tierras de cultivo, explotaciones forestales y mineras. La flexibilización laboral se dio allí unos años antes que en Argentina. Eso significó que en los 90 y la década siguiente, las fábricas se instalaran con preferencia en tierra verdeamarela. Sueldos más bajos, dicho en criollo. El sistema de transporte de las grandes ciudades, está colapsado, es antiguo y carece de mantenimiento. Tomar un colectivo en Río, es una experiencia extrema. En San Pablo, ciudad de 20 millones de habitantes, hay sólo 4 líneas de subte; y es la ciudad con más helicópteros del mundo, debido a que el tiempo de los ejecutivos que viven en la periferia, vale muchísimo. Las desigualdades en el acceso a la salud y a la educación, se acentuaron en la última década, de la mano de la brecha entre una gran mayoría que quedó afuera del modelo y los que lo aprovecharon. El aumento del 20 % en la tarifa del transporte urbano fue lo que desató la ola de protestas populares de estos días, que por su masividad y amplitud, son las mayores de su historia. La gente se movilizó en unas 100 ciudades importantes. Hubo tres muertos. La presidente Rousseff suspendió una gira y rápidamente se dio marcha atrás con la medida. Pero los reclamos van más allá de ese aumento. Las organizaciones que impulsan las marchas, sostienen que reclaman por más educación y salud pública, en rechazo de la corrupción de sus gobernantes y del despilfarro detrás del mundial del 2014. No era un cuento de hadas después de todo. En cada guiso, alguien paga los fideos. Dilma salió a hacer declaraciones conciliatorias, mesuradas; entre ellas reconoció “haber escuchado el reclamo por un cambio de rumbo”. Pero más allá de las declaraciones de la primera mandataria, los sucesos en las calles brasileras ponen nerviosos a muchos, y a otros les muestra un posible camino.

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