“LA
CACERÍA”
Por
Lorena Bellesi
bellesi_lorena@hotmail.com
En
Argentina hay un día de julio que sin ser feriado se lo espera con avidez, efeméride
muy popular de alcance masivo. Cada veinte de julio el día del amigo se torna fiesta
nacional. Los llamados, mensajes de textos, email, se multiplican; los
restaurantes agotan sus reservas. El festejo incluye regalos, abrazos, reencuentros
y alguna que otra reconciliación. No hay edad, sexo, raza que no se sienta
contagiado por este espíritu general de celebración. Instancia de
agradecimiento hacia esas personas omnipresentes, leales, fabulosas que se
cruzaron en nuestro camino. Los vínculos de la amistad son en apariencia
prácticamente indisolubles, aunque ciertas circunstancias parecen ponerlos a
prueba. En la película La cacería (“Jagten”)
del danés Thomas Vinterberg, la incondicionalidad entre camaradas tambalea, se
resquebraja de la peor manera. El film aborda un tema complicado, tabú, de
difícil exposición: el abuso infantil.
En
un pequeño pueblo de Dinamarca, emplazado entre preciosos paisajes invernales,
rodeado de bosques y lagos casi de fantasía, un hombre vivirá una pesadilla. El
actor Mads Mikkelsen interpreta soberbiamente a Lucas, un docente de secundario que se ve obligado a trabajar en la
guardería local, luego de que cerraran la escuela. Divorciado, pelea por conseguir
la tenencia de su hijo adolescente; vive solo con su perra Fanny. Hombre de pocas palabras, o justas; persona sosegada, adorado
por los niños, y muy apreciado por todos. Sin embargo, inesperadamente su
integridad ética es cuestionada, ya que una de las niñas del jardín, hija de su
mejor amigo, lo acusa de haberle mostrado sus genitales. La pequeña Karla está enojada, Lucas ha rechazado sus besos, sus regalos, sus demostraciones de
amor, despechada fabula la historia. Nunca llega a comprender lo que ha
desatado, la histeria, la persecución y la violencia se imponen en la pequeña
comunidad, otrora serena. La complejidad del asunto afecta la sensibilidad
social, mantener la calma resulta cada vez más difícil, y la indignación gana
terreno. Progresivamente, las presunciones, las especulaciones del boca a boca
se vuelven una furia imparable. Atrás quedaron las amenas reuniones, la
complicidad, los tiempos de camaradería.
El
querido Lucas es ahora un paria, un
rechazado, muy pocos creen en su inocencia y no lo abandonan. Pesa sobre él una
opinión condenatoria de repercusiones insospechadas, está en la mira de cada
habitante. Retomando el título del film, es el flamante objetivo de la caza,
actividad desarrollada por los hombres del pueblo, especie de tradición
masculina compartida por todos. Todavía más, hay una particular ceremonia
ancestral todavía vigente en el lugar, que señala el fin de la niñez: es cuando
el joven consigue su permiso para cazar.
La
película pone al espectador en un lugar incómodo, quizá de impotencia. Destapa
un proceder colectivo deleznable, como
es el hostigamiento hacia una persona generado por el pánico. El vecino, el
maestro, el amigo de siempre se torna un desconocido. La redención, en caso de
darse, únicamente puede surgir del pasado, de momentos compartidos, de
confidencias remotas. Pero hay heridas que nunca cicatrizan. Gran drama
contemporáneo que gira en torno a un tema muy controvertido, como lo es la
pedofilia. Relato intenso y conmovedor a
la vez. Imperdible.
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