Cine Enero 2012


COLORES DÍSCOLOS

“HISTORIAS CRUZADAS”

Por Lorena Bellesi

Son los tormentosos años sesenta en Estados Unidos, después de concluir sus estudios universitarios Eugenia Phelan (una gran Emma Stone) regresa a su hogar en Jackson, Mississippi. Su propósito de convertirse en una consagrada escritora, toma un rumbo impensable ni bien confronta la realidad de su ciudad. A pesar de haber conseguido trabajo en el diario local -debe dar respuestas a lectoras sobre cuestiones acerca de “secretos de la limpieza”-, emprenderá, de manera paralela, una tarea totalmente riesgosa y comprometida: reproducir el sentir de las criadas. Eugenia es blanca, su familia, su entorno, su gente también lo es, y todos ellos ocupan en la sociedad un lugar de considerable privilegio. Indefectiblemente, cada hogar que visita cuenta con una empleada doméstica negra, por lo tanto, es testigo directo del maltrato, del abuso implacable que éstas reciben. El colmo de los agravios segregacionistas es la iniciativa propuesta por una de las muchachas, Hilly, para que cada casa cuente con un baño de uso exclusivo para el personal de servicio negro. Según ella, son estas personas portadoras de enfermedades diferentes y muy peligrosas para el “amo”. Historias Cruzadas (“The Help”) de Tate Taylor, narra una voz silenciada por el miedo y las fatalidades. Eugenia se decide a escribir un libro desde el punto de vista de las mucamas, algo totalmente insólito para ese momento, una afrenta terrible para su propia estirpe. Ella quiere saber qué piensan, cómo se sienten, cuáles son los sueños de esas mujeres incansables y abnegadas que crían a los hijos de sus patrones blancos, nada menos. Entrevistarlas, hacerlas hablar, no es tarea simple. Víctimas de una discriminación institucionalizada, de una injusticia violenta y arbitraria, saben que la verdad de sus palabras provocará una represalia inminente.
Eugenia es diferente a sus amigas, para horror de la época no se ha casado, es desprejuiciada y piensa libremente. Su cabello es el símbolo de su forma de ser, los rulos sueltos, naturales, desafían los artificiosos peinados invadidos de laca, imperturbables, de sus acartonadas y remilgadas amigas. Aun así, la película tiene como protagonista principal e indiscutible a una de las mucamas, Aibileen Clark. No sólo su voz en off articula las distintas escenas, sino que también hay que destacar la conmovedora interpretación de la actriz Viola Davis que le da vida a un personaje crucial en esta historia. Cargada de dolor por la muerte de un hijo, no deja de obedecer, de ser respetuosa, de cumplir, sudorosamente, con su trabajo. Su sostén y compinche es Minny (impecable actuación de Octavia Spencer), quien atesora una secreta y escatológica venganza contra su anterior patrona. Ambas son la cara opuesta de las “blancas”, son espontáneas, y ríen francamente al burlarse de sus jefes o repasar alguna situación absurda que les haya sucedido. Se apuntalan en los momentos más difíciles, y se dan fuerzas para continuar, para hacerse escuchar. La aparición en la vida de Minny, de Celia Foote (Jessica Chastain, impecable) -una marginada por las damas de la sociedad dada su vulgaridad-, termina de ablandarla y darle fuerzas. Celia tampoco encaja, es cortés con su empleada, comprensiva, y usa la ropa inadecuada: sexy.
Las palabras de la niñera negra de Eugenia, Constantine, sintetizan un fatídico pensamiento que parece nunca pasar de moda, y tiene que ver con la autómata capacidad de las personas de ajustarse a los moldes dispuestos por otros: “tu madre no escogió su vida, la vida la escogió a ella”. Torcer aquello a lo que estamos destinados a ser, mucama, esposa, dama, requiere valor, un convencimiento de estar haciendo lo correcto. Es defender la libertad de poder crear una personalidad única y singular, sin uniforme, sin spray.
Historias cruzadas quizá no sea muy profunda en cuestiones políticas, sin embargo, entretiene y, sobre todo, conmueve. Los de lágrima fácil, a preparar el pañuelo.

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