Por
Ana Guerberof
Desde
España
El pasado 22
de noviembre asistí a “Diálogos sin fronteras”, la conferencia anual que
Médicos Sin Fronteras (MSF) España organiza para sus socios. El evento estaba
conducido por la periodista catalana, Ana Boadas, mientras que Andreu
Buenafuente, famoso humorista y presentador de televisión, que actuaba un pelín
de gancho, entrevistaba a José Antonio Bastos, presidente de la organización. La
inteligencia, coherencia y cercanía del Dr. Bastos acabó eclipsándolo todo.
MSF España es
una organización humanitaria que realizó en 2012, 1.5 millones de consultas
externas en 35 países. Ingresa al año unos 100 millones de euros. El 92% de los
mismos son de carácter privado, es decir, de la voluntad, entre otros, de sus
640 mil socios y colaboradores que garantizan su independencia. El 86% de estos
ingresos se dedican a la acción directa: actuación en la zona de conflicto de
la República Democrática del Congo, tratamientos de malaria en Sahel y de un
brote del Ébola en Uganda, atención a los desplazados de Mali y a las víctimas
del conflicto en Siria, entre otros.
MSF elige
tener una política de transparencia y una actitud no autocomplaciente. Sus
trabajadores no tienen la intención de ser erigidos en mártires, de ahí su
retirada de Somalia después de varios intentos fallidos de llegar a acuerdos
con todas las partes, grupos armados y líderes civiles. MSF presta atención
inmediata y luego cuenta al mundo lo que está ocurriendo. Es una organización que
fue fundada en 1971 por médicos pero también por periodistas porque, como
explica Bastos, no se pueden poner “parches” (a través de la asistencia médica)
y al mismo tiempo dejar que ocurran atropellos en esos mismos países. A la vez,
deben permanecer siempre neutrales e imparciales. Alcanzar este equilibrio
puede llegar a convertirse en un gran dilema. Si son testigos, por ejemplo, en juicios
de genocidio, perderían esa neutralidad y como consecuencia las autoridades de
algunos de esos países en conflicto, por temor a ser acusadas, no los dejarían actuar
allí donde las personas lo necesitan. Su cometido es siempre estar en el campo,
asistiendo a personas en conflictos o crisis para evitar que mueran.
A menudo, se
critica a MSF llamándolo el servicio de posventa de los organismos
internacionales, incapaces de llegar a acuerdos en el marco político. Deben vivir
con este tipo de críticas. Pero es que para poder actuar en zonas tan complejas,
MSF tiene que pactar con todas las partes de un conflicto aun cuando, en algunos
casos, cada grupo pueda utilizar a MSF en su propio beneficio. Como dice el Dr.
Bastos: “el mundo es muy sucio y muy complicado y, a veces, las cosas no salen
como queremos”.
Los socios y
colaboradores no sólo contribuyen económicamente sino que difunden el trabajo de
la organización con una conciencia clara de lo que pasa en el mundo para que
exista menos indiferencia. Bastos explica la tarea de MSF con la siguiente
metáfora: un padre sale con su hijo a dar un paseo por la playa y ve que la
orilla está cubierta de estrellas de mar, el niño pregunta a su padre: “Si no
están en el mar ¿se morirán?” El padre le responde: “Sí, esas se morirán pero no
te preocupes, en el mar hay muchas otras que sobrevivirán”. Entonces el niño
recoge una estrella y la tira al mar diciendo: “Ésta, no”. Se vuelve a agachar,
recoge otra y dice: “Ésta, tampoco”, y sigue repitiendo la frase mientras recoge
estrellas y las arroja al mar. El impulso de solidaridad del ser humano tiene
un abanico enorme como nos recuerda el Dr. Bastos. Afortunadamente.
Si quieren
saber más sobre MSF, visiten: http://www.msf.org.ar/ y https://www.msf.es/ ¡Ah! y que
pasen unas felices fiestas.
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