Por Mariano Fernández
marianoobservador@gmail.com
Al
cierre de esta edición, aún no se ha descubierto la cura para el SIDA; suspicazmente
podemos pensar que para los laboratorios es más negocio vender los
tratamientos. Tampoco hemos, como humanos, pisado la superficie de Marte, algo
que se pronostica desde hace décadas en las revistas de divulgación científica,
y debería haberse cumplido; es que no se han resuelto problemas técnicos, y el
esfuerzo mancomunado de todas las naciones del globo que podría habernos
impulsado a cumplir esa epopeya, parece atomizado por muchos conflictos
geopolíticos.
Estamos
terminando el año 2013, y tal vez por lo sugestivo de la última cifra, para
aquellos que son supersticiosos, este no podría haber sido un año bueno. A
decir verdad, el planeta es un lugar injusto y desigual. Estamos lejos de
muchas predicciones que se hicieron sobre cómo debería ser el mundo a esta
altura del partido. Hablando de partidos, y para ser precisos, a unas horas de
que este número de El Observador se
imprima, Messi, el que ha ganado todo con la blaugrana, en trofeos,
distinciones y guita, aún no levanta ninguna copa con la celeste y blanca. Al
menos una que nos importe a alguno de los 40 millones de técnicos que habitamos
el país. ¿La medalla de los Juegos Olímpicos?
Por cada copa del mundo te dan 4, así que ese ejemplo no es válido.
Cierra
el año y Julio López sigue desaparecido. Los saqueos de Córdoba y otros
lugares, de menos aparición en los
medios, obligan a cerrar comercios y nos ponen en un dilema que enfrenta pobres
contra pobres, acentuando, cada argumento, la división de la sociedad
argentina, no en los aspectos esenciales sino en coyunturas circunstanciales.
A
costa de ser muy poco original, ya con el reloj en tiempo de descuento, voy a
decir que el tango Cambalache bien le cabe al siglo 21.
Se
va el año y esa necesidad de balancear todo, aparece. No quería usar esa
palabra, por trillada y porque le da frialdad contable, a algo que carga con más
que números. Balance. ¿Tenés que ser una especie de síndico de la vida,
entonces? En verdad no encuentro otra, un poco más desfachatada.
A
menudo solemos pensar que no vale la pena tener fe en la humanidad, de hecho
este texto puede parecer cargado de cierto pesimismo. Sin embargo actos de los
que somos testigos o protagonistas, nos hacen renovar los votos una y otra vez.
Afortunadamente, presencié algunos de
ellos y así mi confianza pudo mantenerse firme. Este periódico cumple en tres meses
4 años, y de parecerme un proyecto interesante y a la vez incierto, pasó a ser una realidad que se proyecta con
una seriedad que a veces, me asusta. Usted,
probablemente conoció al amor de su vida este año. O se lo cruzó y todavía no
lo sabe. Si no es así, restan quince días para que eso pueda suceder. Quiero
decir, el año no está cerrado, sépalo. Queda tiempo para que elija el nombre de
su hijo, o empiece por elegir tener un hijo, si es que aún no lo había planeado.
Tenemos más de 300 horas para cambiar el mundo antes de fin de año, urge que lo
hagamos. Diciembre es siempre un mes cómplice y seguramente, nos facilitara las
cosas.
Mi
humilde consejo, antes de que el 2014 nos reúna nuevamente en este papel de diario,
es que si usted no tuvo un buen año, no pida ni ruegue que termine rápido. No
creo que la cosa venga de arriba. Mejor sería mirar a los costados, valorar la
compañía y decidir pelear juntos para que, aun si es mucho, estemos algún día,
más cerca de un mundo más justo.
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