NUESTRA VIDA ENTRE MUNDIALES
Por
Ana Guerberof
ana.guerberof@gmail.com
Desde
España
Hace cuatro años empecé a
escribir en este periódico con una crónica sobre el Mundial en Sudáfrica, en el
que ganó España. En esa otra crónica les contaba lo distinto que se vive una
copa en un país tan intensamente dividido como España. Aquí, en Cataluña, la
celebración palidecía en comparación a una celebración patria.
Pero ¿cómo se vive un
Mundial acá cuando Argentina juega una final contra Alemania?
Según las estadísticas,
que se trasmitían por la televisión momentos previos al partido, un 70% de los
españoles querían que ganaran los germanos. ¡España nunca dejará de
sorprenderme! Es cierto que muchos brasileños querían lo mismo pero es más comprensible
por la rivalidad histórica y porque, por qué no decirlo, los maltratamos
bastante durante el torneo y porque además si ganaba Alemania era como si
Brasil hubiera perdido menos. Pero ¿España? ¿Qué motivos tenía? ¿Qué le habíamos
hecho? ¿Y la madre patria? ¿Y los lazos de sangre y culturales? No se me
ocurrían demasiadas explicaciones así que me dediqué a preguntarles a los más
allegados. Estas fueron algunas de las respuestas recogidas en ese tiempo:
“Es
el mejor equipo del mundo y se merece ganar”.
Aunque esta respuesta me
parecía un pelín exagerada era cierto que el equipo teutón había hecho un gran
Mundial y había eliminado a Brasil de forma épica, un partido que se recordaría
más incluso que la propia final. Los fans del “tiki-taka” en cualquiera de sus
versiones y algunos fans de Guardiola (que era ahora entrenador del Bayern Munich)
se encontraban en este grupo.
“Argentina
no ha jugado bien y no se merece ganar”.
Era la otra cara de la
moneda. Esta afirmación me dejaba un poco perpleja. Me preguntaba si las
personas que decían esto, creían que era fácil llegar a una final. Parecía la
respuesta de aquellos que cuando su equipo no gana una medalla de oro en una
competición de alto nivel, hablan de “fracaso”. Quizás estas personas habían
visto otro Mundial. Tantas veces las selecciones van creciendo a medida que avanza
la competición.
“Soy
de la selección alemana desde chiquitito”.
Como España sólo llegaba
a cuartos y ni soñaba con ser campeona por aquel entonces, se buscaban un
equipo alternativo. Esta opinión me gustaba más porque era más poética y quizás
fuera la más válida. Después de todo es el mismo motivo por el que una persona
va con la selección de su país. El cariño al lugar de origen. Como decía
Gabriel García Márquez, al final siempre volvemos a nuestra infancia. Apoyar a
tu equipo de la infancia es como volver a un lugar feliz.
“Porque
los alemanes son europeos y nosotros también”.
De acuerdo, la geografía
tiene un peso. Después de todo, los argentinos apoyamos a la selección argentina
porque nacimos ahí, aunque sea un accidente geográfico, el lugar de origen
marca. Pero, y este “pero” es importante, ¿no son más importantes los lazos
culturales? E incluso los lazos afectivos, que hacen que yo, por ejemplo,
prefiera que gane España en un España-Holanda. ¿No existe una lengua común? ¿No
tienen más familiares, amigos, escritores favoritos en Argentina que en
Alemania?
Misterios… Quizás
existieran otros motivos encubiertos y menos nobles que no se atrevían a
confesarme. Lo cierto es que España en general nunca ha sido una gran
simpatizante de la selección argentina. Supongo que uno tiene un motivo que
expresa y otro más profundo, y que las razones para ir con una selección u otra
obedecen a miles de factores casi inexplicables: geográficos (lugar de
nacimiento, de adopción), futbolísticos (un jugador, un entrenador, un equipo
favoritos), afectivos (simpatía por el que nunca gana o por el que siempre gana)
y un largo etcétera.
No se desanimen, claro
que había personas que querían que ganara Argentina porque querían mucho a
Messi; habían elegido a Argentina como su selección (como jugaban Messi y
Mascherano era como si jugara el Barça); tenían un amigo/a, novio/a, familiar
argentino/a; simplemente no querían que ganara Alemania o porque, como tantos
de nosotros, eran argentinos que veían el partido desde el otro lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario