Por Cecilia
Montecchia – Lic. en Nutrición
La mayoría de las personas asocia la
palabra “dieta” con privación y sacrificio. Pensar en esos términos tiene una
negativa carga psicológica que puede poner en peligro su continuidad. Así, lo
peor es forzar sacrificios extremos que nunca serán sostenidos en el tiempo, lo
realmente eficiente es hacer cambios, por simples que sean, en la manera en que
te alimentas para toda la vida. Para ello se podrán limitar cantidades y
ciertos alimentos, pero en general nuestra nueva manera de comer debe ser lo
más variada y placentera posible.
Un
error común es embarcarse en dietas drásticas, estas pueden ser
contraproducentes, desencadenando un "efecto rebote". Podemos
llamarlo “la rebelión del cuerpo", o los efectos con los que el cuerpo
"lucha" contra el sufrimiento que le estás causando: aburrimiento,
sacrificio, cambios de humor, dolores de cabeza, fatiga física y mental,
irritabilidad, es como por ejemplo ponerle un bozal a un perro que muerde,
cuando se lo saquemos irá corriendo a morder porque no ha modificado su
conducta. Es por eso que es importante enseñar una correcta alimentación,
porque cuando el cuerpo está sano, comienza a funcionar bien y a eliminar todo
lo que está de más. Menos dieta y más calidad de vida nos llevan naturalmente a
lograr un peso ideal.
Pequeños cambios
La idea es empezar con pequeños cambios que puedan pasar a formar parte de
nuestro estilo de vida, cambios en los que se pueda incluir a la familia, a los
hijos, a un marido que es deportista igual que a otro que no se cuida nada, o
sea, generar un ambiente saludable para todos, haciendo hincapié en 3 pilares
para cambiar nuestros hábitos:
·
Cuidar
las cantidades.
·
Prestar
atención a los métodos de preparación de
las comidas.
·
Hacer
ejercicio físico.
Porciones
Si hay sobrepeso es porque como de más y no
por hambre sino por ansiedad, angustia, estrés, alegría, muchas personas
canalizan emociones con la comida. Entonces las porciones se deben ir achicando
gradualmente, sin pasar hambre. A medida que el umbral de apetito va bajando,
se reducen las porciones porque la persona va registrando progresivamente la
saciedad con menos comida. Hay que desarrollar y respetar la necesidad real de
la comida y el secreto está en que no falte la comida; en cuanto la persona
siente hambre, surgen los atracones. Un consejo es no llevar por ejemplo la
fuente a la mesa, porque si se charla, sin darse cuenta, se comienza a picotear
de más.
Formas de cocción
Con un poco de creatividad y cambio de
hábitos a la hora de cocinar, podemos mejorar mucho la calidad de la
alimentación, como por ejemplo el reemplazo de la fritura por plancha, horno o
parrilla; el uso de todos los condimentos, evitando la sal para cocinar; como
así también la combinación de los aceites como ser oliva, canola, girasol y
maíz, para alternar la calidad de los ácidos grasos, usando esta sólo para
condimentar en crudo y no someter a cocción.
Actividad física
El plan de alimentación saludable va de la
mano del ejercicio semanal, hay que tener en cuenta que con el paso de los años
el metabolismo se enlentece y necesitamos duplicar el gasto energético para
mantenernos en forma y saludables, además hacer ejercicio previene enfermedades
y reduce la ansiedad y el estrés, entonces desvía la atención de la comida. Lo
ideal sería realizar 40 minutos de actividad aeróbica todos los días, como por
ejemplo caminar. No te olvides, ¡lo que se gasta, no se guarda! Movete…
4 comidas y 2
colaciones
Es fundamental evitar los ayunos. Debemos realizar
desayuno, almuerzo, merienda y cena, dedicando 20 minutos para comer sentados y
masticar bien los alimentos. Se pueden intercalar 1 colación a media mañana y
otra a media tarde. La idea de las colaciones es elegir y combinar los grupos
de alimentos, desde 1 golosina que tenga menos de 100 Kcal a una fruta o un
lácteo como ser queso, leche, yogur o postres light, es decir, alternarlas para
poder incorporar todos los nutrientes.
Con respecto a las comidas principales: divide el plato a la mitad, cada
una corresponde a un grupo de alimentos. Supongamos
que elegimos comer carne en el almuerzo, la mitad del plato corresponde a las proteínas, que puede ser
pollo, pescado, milanesa de soja o carne vacuna (en este caso se recomienda
comprar cortes traseros del animal, que son más magros, como bola de lomo,
cuadrada o nalga; si bien son más caros, tienen menos desperdicio y rinden más).
Todas las carnes rojas y blancas son fuentes de proteínas, hierro, fósforo y
vitaminas, y la otra mitad estará compuesta por verduras crudas o cocidas, que aportan
al organismo vitamina C, hidratos de carbono, fibra y sales minerales. Ahora
bien, en la cena podemos elegir hidratos de carbono y ocupar la mitad del plato
por ejemplo con fideos integrales, arroz integral, pastas secas de laminado
grueso, tartas, pizzas, empanadas y todo tipo de harina (mejor si la misma es
integral ya que nos aporta mayor
cantidad de fibra, dándonos así mayor saciedad); y la otra mitad cubrir con
verduras crudas o cocidas. Respetando siempre la porción, sirviéndome siempre
una vez, combinando de esta manera, podemos llevar una alimentación rica,
variada y equilibrada.
Tips para mejorar los
hábitos
1) No hay alimentos buenos ni malos, sino porciones
excesivas. La propuesta es reducir la cantidad.
2) No hay "permitidos". Siempre se come rico y se
acompaña con verduras.
3) Metas alcanzables, posibles y lógicas. Venimos en
distintos tamaños y formas.
4) Comer poco pero
rico, para alcanzar un cuerpo cómodo y sano.
5) Comer "de todo, pero no todo" porque cada cena
"NO es la ultima cena".
Es
importante que reflexionemos sobre nuestra alimentación. Compartamos la mesa en
familia al menos una vez al día y compartamos los buenos hábitos también,
generando y transmitiendo un ambiente saludable.
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