Por Mariano Fernández
En
lo que ahora es Ecuador, aún habitan los Shuar, un pueblo originario. Cuando
llegaron los conquistadores, resistieron una oleada tras otra de soldados
españoles. Hoy sus descendientes se enorgullecen de decir que el territorio de
los Shuar, los guerreros jaguar, es el único territorio en el continente que
queda sin profanar.
Nos
tomó más de 500 años, comenzar tibiamente a hacer una crítica de la versión
oficial del llamado “descubrimiento de América”. Hasta no hace mucho se nos
presentaba en las escuelas a Rodrigo de Triana, los hermanos Pinzón y el gran Cristóbal,
como personajes casi bíblicos. Esa visión de héroes a la mar, arrojados
marineros cuya gran empresa sería llegar a las Indias por el oeste, nos muestra
una epopeya desprovista de un componente vital, indispensable para tamaña
expedición: los motivos económicos. Cuando uno corre el riesgo de apasionarse,
los fríos números son reveladores. En materia económica, la llegada a América
le reportó a España -y a través de ella al resto de Europa- una suma de dinero
de varias veces las deudas externas de toda América Latina. Consta en el
Archivo de Indias que durante el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de
Barrameda 16.000.000 de kilos de plata y 185.000 de oro provenientes de
América. En metálico, nada de bonos ni documentos de títulos públicos. Esa
plata y oro financiaron durante un buen periodo, no la industrialización ni el
desarrollo cultural español, sino el estándar de vida principesco de sus clases
dominantes, y las deudas contraídas con los usureros de Europa, que prestaron
el dinero para algunas desafortunadas aventuras militares de los ibéricos. Si
fuera un tango, diría que se la patinaron, en timba, joda y guerras.
Este
saqueo nos lleva a pensar, a aquellos que nos sentimos americanos a pesar de
nuestros apellidos, en la necesidad de una revisión, incluso más profunda de la
conquista, que tenga en cuenta los 30.000.000 de originarios masacrados a punta
de arcabuz, en las minas de Potosí, empalados por herejía, o víctimas de la
gripe. Teniendo en cuenta que la conquista tuvo un profundo trasfondo económico
que fue el eje de la misma. De allí a pensar que este proceso continúa, no hay
escalas. Muchísimas empresas de origen europeo siguen drenando recursos de América
Latina. En las crisis del 2001 los Bancos giraron sus remesas a sus casas
matrices, dólar tras dólar, aun con el corralito. Rajoy, presidente español,
habló recientemente de “nuestro petróleo y gas” en referencia a los yacimientos
de Repsol. En todo el subsuelo de España, no hay un galón de petróleo o un
metro cúbico de gas. Aún son dueños de medios de comunicación, empresas de
telecomunicaciones, líneas aéreas, Bancos y empresas de servicios financieros,
de toda América. Claro que no solo europeos siguen exprimiendo a nuestro
continente; los autóctonos estadounidenses, japoneses, rusos y los recién
llegados chinos, también. Y siguen encontrando judas vernáculos que ayudan en
sus cometidos. En el Chaco y Formosa, se sigue asesinando qoms; en la Araucanía
se sigue reprimiendo mapuches de este y del otro de la frontera. Siguen
abiertas las venas de América Latina. Pensar la conquista perdiendo la
perspectiva de la continuidad del saqueo, es peligrosamente incompleto. Y a
pesar de cinco siglos continuados de latrocinio, la América sigue en pie. Recordando
además que esta tierra bendita, fue patria de Bolívar, San Martín, Zapata,
Guevara y otros que con disímiles métodos lucharon por la unificación de
nuestros pueblos hermanos. Ningún patio trasero de nadie. Es posible. Así lo
hicieron los Shuar, nuestros guerreros jaguar.
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