¿CÓMO,
DÓNDE Y POR QUÉ?
Por Guillermo E. Mermoz
El
mundo está en crisis, en muchas de sus formas; pero la que ocupa los titulares
de los diarios alrededor del mundo y esta mismísima columna, es la económica. Originada
hace varios años, la actual, sólo encuentra precedente en la gran depresión de
los años 30, del siglo pasado. El génesis de esta hecatombe podría rastrearse
en varios episodios, con nombres regionalistas, como Tequila o Tango, y algunos
menos pintorescos como la explosión de la burbuja informática, a fines de los
90; o la inmobiliaria, más recientemente. La pregunta, es, ¿por qué se suceden
crisis tras crisis de nombres familiares pero de efectos y causas desconocidos?
E inmediatamente surge otra incógnita: ¿nos afecta como país, como región, como
pueblo?
Para
el primer interrogante, podemos caer en el facilismo de señalar conductas
irresponsables de gobiernos y ministerios de economía, políticas de gasto público desfachatado y
otros clásicos. Ahora bien, en este momento, varios de los países señalados
como ejemplo a seguir por el establishment, están en crisis tremendas. España
con el 25% de desocupados. Italia con índices similares. Grecia al borde de ser
excluida de la “Zona Euro”, lo que equivale a arrojar peso de una embarcación
para que no se hunda. Y el BRIC (una sigla que define a las nuevas “potencias”:
Brasil, Rusia, India, China) en el comienzo de aprietos. Brasil en términos
sutiles, se “desacelera”; Rusia con crisis política profunda y China donde los economistas
más optimistas dicen que el crecimiento será “menor de lo esperado”. Recesión,
lisa y llana, en todos los continentes. El mercado, esa vaca sagrada de la
economía capitalista, en la edad media lo constituía la aldea, donde un
comerciante, tenía solo un competidor o ninguno. Cuando la competencia se tornó
insostenible, los mercados se empezaron a abrir. La aldea vecina, la región
vecina, las tierras de ultramar. Hoy, el mercado es el mundo y ya no hay dónde
expandirse. Algunos economistas definen a esta crisis como de “superproducción
relativa”. En términos simples, no es que se produzca más de lo que el mercado
pueda absorber, sino que éste, perdió capacidad de comprar. Con un ejemplo
sencillo queda claro: el señor A produce autos en Asia, y compite contra el
señor B de Europa. Ambos empiezan a optimizar recursos hasta que la variable de
reducción de costos es el sueldo del obrero. La reducción de costos, da
competitividad en el precio, pero los obreros de los señores A y B han perdido
capacidad de comprar. Un breve respiro se dio cuando se abrieron las economías
de países del bloque soviético y se incorporaron de lleno al mercado mundial.
Casi por arte de magia, Adidas fabricaba su calzado en Vietnam por 1.25 dólares
al día por empleado, y podía vender calzado en Polonia o Hungría a 100 billetes
verdes el par. Eso implicó que muchos puestos de trabajo se perdieran en
Estados Unidos y Europa. Y la crisis alcanzó a los Bancos, que no podían ubicar
sus préstamos en los desocupados, hasta que encontraron una manera de hacerlo,
a través de las hipotecas, lo que permitía a un desempleado del sur de EEUU
obtener un préstamo para comprar una casa. El valor de los inmuebles se disparó,
ante la demanda. Pero cuando los endeudados dejaron de pagar, el valor de los
inmuebles se derrumbó y los mismos Bancos rifaron sus paquetes de deuda. Las
entidades financieras recuperaron los inmuebles en garantía, pero un Banco no
puede invertir casas, sólo divisas. Los mayores compradores de estos paquetes
que no valían ni el papel en que estaban escritos, fueron Bancos españoles, chinos
y japoneses. Allí, la crisis inmobiliaria y posteriormente financiera.
Para
la segunda incógnita, y para evitar pecar de apocalíptico y agorero, hay que
referirse a los números. Argentina a pesar de tener precios récords para sus
bienes exportables como la soja, enfrenta una crisis que ya despuntó. Los
números: en lo que va del año, en el país aumentó el pan 38%, la yerba 55,4%, el
azúcar 70%, el pollo 29%. Se autorizó también aumentar la medicina prepaga;
artículos de limpieza y otros. El transporte público aumentó en el Gran Buenos
Aires, impactando en los bolsillos de los asalariados. Entre octubre de 2011 y marzo
último se perdieron 350.000 puestos de trabajo, cifra obtenida a partir de
datos del Indec, el cual reconoció que el mes pasado, la economía cayó 0,5%
(comparado con mayo del 2011); para otros economistas la caída fue del 1,5%.
Según el mismo Instituto Nacional de Estadísticas, la industria cayó en mayo el
4,4%; mientras que la UIA (Unión Industrial Argentina) registró una baja del
5,1%. Es el tercer mes que cae la industria, una situación que no se daba desde
septiembre del 2009. La más afectada es la automotriz, con Renault suspendiendo
a 2.000 obreros recientemente.
Claramente,
la crisis internacional, está afectando a nuestro país, y a nuestra región.
Nuestra economía, está íntimamente ligada a la lejana China y a Brasil. Independientemente de que la soja tenga
valores elevados, la demanda puede caer, y el comercio debe ser bilateral.
China presiona para colocar sus productos aquí, lo mismo que los brasileros.
Las aduanas de la frontera argentino – brasilera están llenas a ambos lados de
productos detenidos por “reciprocidad”. Por otra parte, los insumos de la
producción agrícola, están atados al precio del dólar. Sin una política de
sustitución de importaciones genuina, el proteccionismo del gobierno podría quedarse
en sólo una estrategia con el fin de juntar dólares para afrontar compromisos
con los organismos internacionales. La crisis
está aquí y llego para quedarse. Negarla, no hará que termine más rápido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario