VERDADES Y SECRETOS
Por
Mariano Fernández
marianoobservador@gmail.com
Para el que no lo
conozca, Julian Assange es el compilador de WikiLeaks, la enciclopedia de los
secretos periodísticos y políticos del mundo.
WikiLeaks, esa suerte
de caja de pandora virtual, fue abierta y cerrada; o al menos se intentó
cerrarla. Pero claro, las implicancias de muchos de sus informes, filtrados desde
las altas esferas de gobiernos, de sedes diplomáticas y cables “cifrados”, son
enormes.
¿Qué hay detrás de este
personaje y por qué está -en superficie al menos- en las miras del sistema
judicial europeo y en el centro de una tormenta diplomática entre Gran Bretaña
y Ecuador? Assange es un ciudadano australiano, que de paseo por Suecia, sedujo a una de sus ciudadanas, al punto de
entablar una relación sexual con ella. Luego de que estallara el escándalo de WikiLeaks
-desarrollado en este mismo medio por el amigo Cedró- y de que Assange se
mudara a Inglaterra, esta joven sueca, lo denuncia. En principio, porque -y
créanme que esto es veraz- Assange y ella, luego de consumar el acto sexual, se
habrían quedado dormidos; pero, nuestro galán australiano, no habiendo calmado
sus apetitos, vuelve a la carga, sin despertarla ni colocarse preservativo. El
cargo que se le imputa a Assange es entre otros, violación. Suecia -un país de
los buenos-, pide la extradición a Inglaterra. Inglaterra está muy deseosa de
extraditar a un personaje que la incomoda, máxime cuando EEUU es el que quiere
juzgar, encontrar culpable y ejecutar a Assange, sin importar el orden en que
se haga…
Muchos de los secretos
revelados por Assange, enturbiaron relaciones internacionales y le costaron al
país del norte lo último de las reservas del prestigio diplomático que le
quedaba luego de lo de Irak y las armas de destrucción masiva (dicho sea de
paso, WikiLeaks revela parte de los reales intereses detrás de la invasión a
Irak). Un sector, el más duro tal vez del gobierno de los Estados Unidos de
América, considera traición a la patria lo cometido por WikiLeaks. En esta
vendetta judicial, Suecia e Inglaterra son títeres de EEUU. Ahora, en general
Inglaterra es reacia a dar extradiciones cuando se sospecha que detrás de un
pedido criminal, hay una razón política. Sin tener que abusar de nuestra
memoria, podemos recordar que Gran Bretaña se negó a dar pie a los reclamos de
la justicia por Pinochet, residente en el Reino Unido casi hasta sus últimos
días. Esto generó una gran presión pública sobre el gobierno y la justicia
británica para negar la extradición. Pero aun así, se decide a extraditarlo.
Esta vez los intereses del país van en contra de obligaciones morales: Assange
debe ser juzgado. En ese momento, para complicar aún más la escena, aparece
Ecuador dando asilo político al australiano.
Independientemente de
la necesidad de reorientar la opinión pública de muchos de estos involucrados
(salvo Suecia, todos los demás países enfrentan crisis económicas sin
precedentes), la intromisión en escena de Ecuador, que recibió el apoyo de UNASUR
casi inmediatamente al tomar esa decisión, le da a la crisis ribetes novelescos
con sucesos diarios cambiantes que parangonan la situación con un culebrón de
corte jurídico internacional. En Ecuador, Correa enfrenta acusaciones de
limitar la libertad de expresión.
Recibir a Assange, sería un bálsamo político. El exabrupto de un
diplomático británico que, tan lejano a la flema inglesa, amenazó con irrumpir
en la embajada ecuatoriana donde nuestro amigo australiano se hospeda sin poder
salir, completó un escenario donde lo único que falta es el uso de la fuerza
militar. Y esto, aún no termina.
Usted, amigo lector, se
preguntará si tanto vale la pena un secreto. Lo que yo le puedo aportar es que,
por un lado, los secretos que Assange reveló, darán tela para cortar por muchos
años; y por otro lado, que él continúe vivo, libre o sea juzgado, es -si me
permite ser frío y tal vez un poco cínico- una cuestión secundaria. Porque la
víctima principal, si Assange es condenado, será la libertad.
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