Septiembre Assange y la Libertad


VERDADES Y SECRETOS



Por Mariano Fernández
marianoobservador@gmail.com

Para el que no lo conozca, Julian Assange es el compilador de WikiLeaks, la enciclopedia de los secretos periodísticos y políticos del mundo.
WikiLeaks, esa suerte de caja de pandora virtual, fue abierta y cerrada; o al menos se intentó cerrarla. Pero claro, las implicancias de muchos de sus informes, filtrados desde las altas esferas de gobiernos, de sedes diplomáticas y cables “cifrados”, son enormes.
¿Qué hay detrás de este personaje y por qué está -en superficie al menos- en las miras del sistema judicial europeo y en el centro de una tormenta diplomática entre Gran Bretaña y Ecuador? Assange es un ciudadano australiano, que de paseo por Suecia,  sedujo a una de sus ciudadanas, al punto de entablar una relación sexual con ella. Luego de que estallara el escándalo de WikiLeaks -desarrollado en este mismo medio por el amigo Cedró- y de que Assange se mudara a Inglaterra, esta joven sueca, lo denuncia. En principio, porque -y créanme que esto es veraz- Assange y ella, luego de consumar el acto sexual, se habrían quedado dormidos; pero, nuestro galán australiano, no habiendo calmado sus apetitos, vuelve a la carga, sin despertarla ni colocarse preservativo. El cargo que se le imputa a Assange es entre otros, violación. Suecia -un país de los buenos-, pide la extradición a Inglaterra. Inglaterra está muy deseosa de extraditar a un personaje que la incomoda, máxime cuando EEUU es el que quiere juzgar, encontrar culpable y ejecutar a Assange, sin importar el orden en que se haga…
Muchos de los secretos revelados por Assange, enturbiaron relaciones internacionales y le costaron al país del norte lo último de las reservas del prestigio diplomático que le quedaba luego de lo de Irak y las armas de destrucción masiva (dicho sea de paso, WikiLeaks revela parte de los reales intereses detrás de la invasión a Irak). Un sector, el más duro tal vez del gobierno de los Estados Unidos de América, considera traición a la patria lo cometido por WikiLeaks. En esta vendetta judicial, Suecia e Inglaterra son títeres de EEUU. Ahora, en general Inglaterra es reacia a dar extradiciones cuando se sospecha que detrás de un pedido criminal, hay una razón política. Sin tener que abusar de nuestra memoria, podemos recordar que Gran Bretaña se negó a dar pie a los reclamos de la justicia por Pinochet, residente en el Reino Unido casi hasta sus últimos días. Esto generó una gran presión pública sobre el gobierno y la justicia británica para negar la extradición. Pero aun así, se decide a extraditarlo. Esta vez los intereses del país van en contra de obligaciones morales: Assange debe ser juzgado. En ese momento, para complicar aún más la escena, aparece Ecuador dando asilo político al australiano.
Independientemente de la necesidad de reorientar la opinión pública de muchos de estos involucrados (salvo Suecia, todos los demás países enfrentan crisis económicas sin precedentes), la intromisión en escena de Ecuador, que recibió el apoyo de UNASUR casi inmediatamente al tomar esa decisión, le da a la crisis ribetes novelescos con sucesos diarios cambiantes que parangonan la situación con un culebrón de corte jurídico internacional. En Ecuador, Correa enfrenta acusaciones de limitar la libertad de expresión.  Recibir a Assange, sería un bálsamo político. El exabrupto de un diplomático británico que, tan lejano a la flema inglesa, amenazó con irrumpir en la embajada ecuatoriana donde nuestro amigo australiano se hospeda sin poder salir, completó un escenario donde lo único que falta es el uso de la fuerza militar. Y esto, aún no termina. 
Usted, amigo lector, se preguntará si tanto vale la pena un secreto. Lo que yo le puedo aportar es que, por un lado, los secretos que Assange reveló, darán tela para cortar por muchos años; y por otro lado, que él continúe vivo, libre o sea juzgado, es -si me permite ser frío y tal vez un poco cínico- una cuestión secundaria. Porque la víctima principal, si Assange es condenado, será la libertad.

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